La acción militar más importante desarrollada en el territorio tunero durante la Guerra de los Diez Años fue el asalto, toma e incendio de las Tunas por las tropas del General Vicente García del 23 al 26 de septiembre de 1876. En esta acción el valiente jefe tunero se valió de las informaciones de sus confidentes secretos en la ciudad, sobre todo de Charles Peisso (Aristipo) y Joaquín Romero (Arístides).
Dos días antes de la acción, acampados en la finca “El Oro”, el León de Santa Rita, ordenó que se leyeran dos veces las instrucciones para el asalto. Dentro de ellas estaban las siguientes:
- Siendo el objeto principal del ataque la toma de posiciones enemigas se prohíbe en absoluto el saqueo.
- Ningún individuo penetrará ni hará daño en casa particular ni establecimiento...
-Desde el momento en que se ponga en marcha la columna (...) se guardará el más profundo silencio (...) Nadie llevará objeto alguno que produzca ruido ni luz y todos procurarán marchar en el mayor sigilo.
-Todo el que abandone su puesto sin orden legal del jefe de la columna, y el que se separe de la misma con el objeto de saquear, será pasado por las armas.
En la medianoche del día 23 los asaltantes estaban ya en el interior de la ciudad, a la que habían llegado en el mayor sigilo. Vicente García ordenó entonces a sus soldados que se quitasen las camisas para poder reconocerse en la oscuridad. Por un pequeño hueco abierto en la pared de la casa de Manuel Nápoles Fajardo, entraron a la Plaza de Armas. En un ataque relámpago los 12 guardias españoles fueron liquidados con arma blanca. Acto seguido los mambises se lanzaron al asalto de otras posiciones, en medio de la sorpresa y la confusión de los españoles. Se tomó el fuerte Principal y luego la Iglesia. En esta, el combate fue encarnizado; el jefe de esta acción, Juan Ramírez Romagoza, escribió: “El espectáculo fue truculento. Caminábamos en medio de las sombras, sobre los cadáveres y charcos de sangre que hacían difícil el paso dentro de la Iglesia.” También fue tomado el imponente Cuartel de las 28 Columnas, por las tropas del general José Manuel Capote. Poco después de las ocho de la mañana las tropas españolas se rindieron. ¡Había caído la ciudad considerada por los españoles como inexpugnable!
El botín de guerra ocupado fue cuantioso: se ocuparon 3 piezas de artillería, de 300 000 a 400 000 tiros, 100 000 cápsulas, cientos de armas de fuego, medicinas, víveres, uniformes militares, reses, entre otros recursos.
La toma de Las Tunas tuvo una gran repercusión en Cuba y en el extranjero, y provocó la sustitución del Capitán General.
Al valorar este hecho, Manuel Sanguily escribió: “Tomaron la famosa Victoria (...) mediante un asalto formidable que fue la obra maestra del cálculo, la astucia y la intrepidez prodigiosamente combinados”. su parte el General Máximo Gómez escribió: “El suceso es grande, por su importancia y por el brillo que ha dado a nuestras armas”.
Todos los años en la noche del 26 de septiembre se realiza el simulacro de incendio a la ciudad donde se recuerda cómo ocurrió este épico acontecimiento; esta constituye una de las más hermosas tradiciones de nuestra ciudad. Este año se conmemorará el aniversario 146 del hecho.
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